Este libro es uno de aquellos libros que esperábamos y presentíamos. Recoger, ordenar, interpretar, sistematizar el área de conocimiento de la traducción e interpretación jurídicas en la Unión Europea constituye, como bien subtitula la obra, un reto para la Europa de los ciudadanos, pero no deja de ser un desafío intelectual para sus autores.
Encaja a la perfección en este libro la frase de que «el mejor libro práctico es el buen libro teórico», por cuanto en sus páginas se afronta, por un lado, la compleja realidad lingüística en el ámbito jurídico europeo con una dimensión interdisciplinar y claramente transversal, y concurre, por otro lado, el análisis conceptual, sistemático y normativo con la observancia de resultados de experiencias y proyectos. Por eso este libro no es uno, sino varios, en los cuales se conjugan la teoría y la práctica.
De ahí que esta obra que me cabe el honor de prologar no pueda, de entrada, más que calificarse de feliz iniciativa de sus autores, y muy en particular de su director, el profesor Emilio Ortega Arjonilla.
En el libro encontrará el lector un cuidadoso (y bien difícil por cierto) tratamiento de las materias que conciernen a la traducción e interpretación jurídicas en la Unión Europea. Varios espacios temáticos alberga la exposición. En su pórtico, se repara en una serie de consideraciones sobre traducción y terminología en la Unión Europea. Más tarde, sus contenidos se adentran en los resultados de la formación y práctica profesional de la traducción e interpretación jurídicas en la UE. A continuación, el texto avanza en los aspectos deontológicos y profesionales del ejercicio profesional de la traducción jurídica, jurada y judicial. Y, finalmente, sus páginas se abren para recoger un caudal informativo sobre recomendaciones legislativas y académicas (que incluye un buen arsenal bibliográfico) para la regulación de la práctica de la traducción e interpretación.
El esfuerzo de síntesis y claridad de este libro merece la gratitud de cuantos activamente operamos en el mundo de lo jurídico, y muy en particular en el ámbito judicial.
La obra tiene, en mi opinión, dos principales méritos:
a) En primer término, haber incorporado las más actuales manifestaciones y aportaciones doctrinales, proyectos y experiencias europeas de la disciplina de traducción e interpretación jurídicas.
b) En segundo lugar, una clara visión del futuro. La obra está cargada de sugerentes propuestas dirigidas a robustecer e institucionalizar una profesión imprescindible en el espacio judicial europeo. Después de desplegar el abanico conceptual de la materia, incide en la problemática que puede presentar la falta de regulación uniforme de una profesión en Europa cuya actividad debe integrarse armónicamente y con plenas garantías de imparcialidad, objetividad y conocimientos técnicos, en el curso de una cuestión judicial en la que aparezcan involucrados varios Estados con diferentes lenguas. El contenido de la segunda parte («Formación y práctica profesional de la traducción e interpretación judiciales en la UE: el proyecto GROTIUS 98/GR/13») es vertebrador de una idea fundamental: el estatuto jurídico del traductor e intérprete judicial europeo.
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