Es esta una narración antropomorfa donde el hombre, Pablo, del que se van aumentando datos a medida que se avanza en la lectura, y el Pino, que ejerce de álter ego o de conciencia, las dos figuras principales de esta fábula literaria o novela, dialogan con la vida y la muerte y se funden a la vez en un todo simbólico. Se identifican bajo una misma mirada y en un común latido, el de la naturaleza, donde todo se escucha y se transforma, y donde todo puede ser aprovechable. Un reciclaje continuo de ideas, palabras y sueños que nos llegan de lejos, muy de lejos, a la vez que cercanos, mediante la escritura de la vida, donde todo se mezcla y contamina en un fecundo, libre y enriquecedor mestizaje.
Ambos, árbol y ser humano, estarán siempre de parte de los débiles y de los oprimidos, de los seres que aplastan los poderes del mundo. De los perseguidos o marginados. La naturaleza cobra un especial protagonismo al erigirse el autor, a través de sus personajes de ficción, en defensa de todo lo que vive y es amenazado, ya pertenezca al reino vegetal o al animal.
Fuentes Manfredi, aunque contemporáneo en sus planteamientos, atiende especialmente a las antiguas culturas cuya lentitud fomentaba la diversidad, desarrollo y crecimiento, buscando el estrecho vínculo con todo, sin separaciones ni rupturas entre seres humanos, árboles, animales o plantas, en relación estrecha con la tradición y la viva cultura de la tierra, tan sufrida y gozada. Y aunque sepa que no deja de ser una hermosa utopía ese perdido diálogo, teje, en torno a lo ecológico, una esencial metafísica donde viene a recordarnos que tanto la Naturaleza como el Arte salvan de alguna manera al ser humano, al que también acusa de destruir todo lo auténticamente
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